La tasa de noviembre supuso una mejora sustancial respecto a la tasa que se registró en octubre (-12,4%). La mejora tiene dos explicaciones fundamentales. En primer lugar, en octubre se presentaron las declaraciones trimestrales de pymes y, sobre todo, los pagos fraccionados del Impuesto sobre Sociedades que liquidaban los meses del confinamiento estricto. Ambos elementos eran un indicador retrasado de la situación actual de los ingresos porque reflejaban lo que había sucedido desde julio (en el caso de las declaraciones trimestrales) y desde abril (en el caso de los pagos del Impuesto sobre Sociedades). En segundo lugar, en noviembre hubo elevados ingresos, de mayor cuantía que en octubre, procedentes de los aplazamientos concedidos en virtud del RDL 7/2020 y sucesivos (los seis meses establecidos en tales decretos como plazo máximo para el ingreso de los importes aplazados finalizaban en noviembre).
Al margen de estos dos factores, la tendencia de los ingresos continuó siendo de lenta recuperación (hasta julio la disminución era del 12% frente al 9% acumulado hasta noviembre). En los conceptos más relacionados con la evolución reciente de las variables económicas (retenciones del trabajo de Grandes Empresas, IVA bruto y los Impuestos Especiales sobre Hidrocarburos y Electricidad) los ingresos volvieron a recortar sus pérdidas en noviembre: cayeron un 3,5% tras el descenso del 4,5% de octubre (-5,1% en septiembre y -7,4% en agosto; en todos los casos sin los atípicos observados en las retenciones del trabajo). A ello se sumó el impacto positivo del segundo plazo de la cuota a ingresar del IRPF del ejercicio 2019 cuya declaración se presentó a finales de junio (el resultado bruto de la declaración anual aumentó un 4,3%).